Democracia Socialista se opone a contrato de LUMA y la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica

Democracia Socialista se opone a la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica.

La privatización a manos de LUMA Energy implica que un servicio público pasaría a ser mercancía privada, conlleva un aumento en la tarifa, es un atropello laboral para los actuales empleados de la AEE, a quienes se les violaría el convenio colectivo.

La AEE necesita transformarse, pero no para convertirse en una mercancía más que le generará ganancias a una empresa privada. Necesitamos una AEE pública, más democrática, con participación ciudadana y de las personas empleadas por la corporación, que se mueva a la generación de energía limpia y accesible para toda la ciudadanía.

Apoyamos el paro convocado por la Alianza de Empleados Activos y Jubilados de la AEE, compuesta por la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego de Puerto Rico (UTIER), la Asociación de Empleados Gerenciales de la AEE (AEGAEE), la Unión de Empleados Profesionales Independientes de la AEE (UEPI), la Asociación de Jubilados de la AEE (AJEE) y el Distrito Autónomo Antonio Lucchetti (DAAL). Al paro, además, se han unido distintas organizaciones políticas y sindicales.

Posición de Democracia Socialista ante el Plebiscito Estadidad Sí o No del 2020

Plebiscito Estadidad Sí o No: Todos a votar NO

El próximo 3 de noviembre, el mismo día de las elecciones generales, tendrá lugar un plebiscito sobre el estatus de Puerto Rico. En ese plebiscito, se nos invita a votar: Estadidad, ¿SÍ o NO? Más que un plebiscito sobre el estatus, es una consulta sobre la estadidad. ¿Qué posición debemos asumir ante esta consulta? ¿Qué respuesta debemos dar a esa pregunta? Nuestra organización convoca a votar NO en la consulta y queremos explicar nuestras razones.

Es cierto que este ejercicio no es vinculante. Es decir, el Congreso de Estados Unidos no se compromete a tomar acción alguna. Por tanto, no va a resolver el problema del estatus. Como se sabe, este plebiscito es una maniobra oportunista del Partido Nuevo Progresista. No es un proyecto de consenso, que se haya discutido con las distintas agrupaciones políticas del país. No es, además, un proyecto que tome en cuenta la raquítica situación económica del país, dado que se estima que el costo del plebiscito ascendería a varios millones. Su propósito es alentar al elector estadista a movilizarse el día de las elecciones, y así posiblemente recuperar parte del apoyo perdido por el PNP luego de décadas de corrupción y medidas neoliberales.

Sin embargo, el plebiscito puede tener efectos reales. Su resultado fortalecerá o debilitará el apoyo en Puerto Rico y en Estados Unidos a distintas opciones de estatus. No tiene un impacto sobre el estatus pero sí sobre la opinión pública al respecto, dentro y fuera de la isla. Por tanto, no debemos ser indiferentes al resultado de la consulta, a pesar de sus limitaciones.

En Puerto Rico el debate sobre el estatus levanta grandes pasiones. Muchas personas tienen una posición y la defienden con más terquedad que argumentos. Es momento para que examinemos el tema serenamente.

Estadidad ¿para qué?

Se dice que la estadidad supondría grandes ventajas para Puerto Rico. La estadidad implica libre movimiento de mercancías, capitales y personas entre Puerto Rico y Estados Unidos, así como el uso del dólar como moneda en Puerto Rico. Daría al capital externo la garantía de estar protegido por las leyes y el gobierno de Estados Unidos.

El problema con este argumento, por supuesto, es que Puerto Rico ya cuenta con estas disposiciones. No se necesita la estadidad para implantarlas. Esa visión del llamado “mercado común”, “moneda común” y “ciudadanía común” no es un proyecto futuro. Es la realidad que vivimos.

De hecho, estos elementos han existido desde hace más de un siglo. Y ¿cuál ha sido su resultado? Desde hace un siglo nuestra economía se ha caracterizado por la especialización unilateral (incluyendo primero el monocultivo y luego la destrucción de la agricultura); el control de sus sectores más importantes por el capital externo; la fuga de buena parte de las ganancias de esas empresas; el desempleo crónico de nuestra laboral; la migración en búsqueda de empleo de millones de personas, entre otras consecuencias.

No hay duda de que dentro de ese limitado marco se han logrado avances. Entre 1950 y 1970 los niveles de vida mejoraron considerablemente, aunque aún durante buena parte de ese periodo se redujo el número de empleos, pues la industria no era capaz de reemplazar los empleos que desaparecían en la agricultura.

Pero la realidad es que desde 1970 Puerto Rico exhibe la mitad del ingreso per cápita del estado más pobre de Estados Unidos. La tasa de desempleo siempre ha sido el triple o más alta que la de Estados Unidos. La tasa de participación laboral ha sido 30% más baja que la de Estados Unidos. La porción de la población bajo el nivel de pobreza ha sido dos y media o tres veces la de Estados Unidos. Más importante aún: nada de esto ha cambiado desde hace medio siglo. Nadie puede argumentar que estos problemas se pueden solucionar con el famoso flujo libre de mercancías, dinero y capitales que la estadidad garantizaría. Eso ya lo tenemos. Y la situación en que estamos, el tipo de economía unilateral, es decir, colonial, que tenemos es resultado de esas disposiciones.

Muchas personas piensan que la estadidad elevará el nivel de vida en Puerto Rico al nivel de vida de Estados Unidos por arte de magia. Pero como vemos, no hay magia. Las palancas que nos daría la estadidad ya existen. Sus resultados ya los conocemos. No son un argumento a favor de la estadidad. Son un argumento para votar NO.

¿Y los fondos federales?

Se plantea a menudo que con la estadidad aumentarían los fondos federales que Puerto Rico recibe. De nuevo, Puerto Rico ya recibe una cantidad considerable de fondos federales. Estos fondos federales permiten que muchos mantengamos un nivel de vida mínimamente adecuado, es decir, que no nos hundamos en la pobreza extrema. Por eso, rechazamos cualquier reducción de estos fondos, que nuestro pueblo necesita en el momento actual, como también los necesitan las poblaciones empobrecidas en Estados Unidos.

Pero estas transferencias, aunque evitan que caigamos al precipicio, no nos apartan del precipicio, es decir, no resuelven la falta de una base económica y productiva en Puerto Rico. Mitigan el problema, pero no lo han solucionado, ni lo solucionarán. Lo mismo ocurriría si aumentase la cantidad de fondos federales de darse la estadidad. Independiente de a cuánto llegaran, la realidad es que no resolverían la raíz del problema económico de Puerto Rico.

La estrecha economía colonial

Se dice que Puerto Rico no podría vivir sin esas aportaciones federales. Parecería que Puerto Rico es el único pueblo del mundo que no puede vivir de la riqueza que produce y que intercambia con otros pueblos. Antes se decía que Puerto Rico era pobre porque estaba “sobrepoblado”. Ahora se dice que el problema es que estamos perdiendo población. Pero el problema no es la población, es la estrecha economía colonial a la que esa población ha estado condenada. Los fondos federales son necesarios porque esa economía no funciona, no genera empleo y no permite superar la pobreza de buena parte de la población. Pero esos fondos no atienden la raíz del problema. Y tenemos que atenderla.

La estadidad nos ofrece perpetuar las disposiciones que nos han traído a la situación actual y el ofrecimiento de más fondos federales no hará otra cosa, como hasta ahora, que mitigar esa situación a la vez que la perpetúan. Nuestro objetivo debe ser reconstruir esa economía para que provea empleo e ingreso para su gente y no requiera por tanto un subsidio permanente. Esto también le conviene al pueblo de Estados Unidos, que ahora tiene que subsidiar una economía colonial que solo beneficia a un puñado de grandes intereses privados. Lo que necesitamos es una aportación federal para reconstruir nuestra economía, de manera tal que nuestro pueblo pueda trabajar y vivir de la riqueza que produce, sin depender de nadie y en estrecha colaboración con otros pueblos. Lo que necesitamos no es perpetuar la actual economía subsidiada con fondos federales. Eso es lo que ofrece la estadidad. Por tanto, para abrir paso a las opciones que necesitamos debemos votar NO.

Votar NO ¿es darle la espalda a Estados Unidos?

Rechazar la estadidad no implica dar la espalda a Estados Unidos. En Estados Unidos vive mitad de los puertorriqueños y puertorriqueñas. Lo que ocurra y ocurre en Estados Unidos, sus luchas sociales y políticas, nos afecta y afectará directa y profundamente. En Estados Unidos hay un pueblo trabajador y amplios sectores de la población que sufren diversas formas de opresión y que luchan contra ellas. En los días que redactamos este documento, hay cientos de miles en las calles de decenas de ciudades protestando por el asesinato de George Floyd por un policía en Minneapolis.

Desde hace mucho en Estados Unidos existen movimientos que luchan por legislación favorable a los pobres y trabajadores, por anular la deuda estudiantil, imponer contribuciones a las grandes empresas y reducir el gasto militar para financiar programas de empleo federales y estatales, para impulsar la transición acelerada a la energía renovable y que exigen la cancelación de la deuda de los países empobrecidos y reparaciones para superar el legado de la esclavitud y la conquista en la población negra y nativo-americana, entre muchas otras luchas. Con todas esas luchas nos solidarizamos. A todas esas luchas debemos unirnos los puertorriqueños y puertorriqueñas, en la isla y en la diáspora en la forma y medida que podamos.

A esos movimientos le solicitamos que como parte de su agenda incluyan el derecho de Puerto Rico a la autodeterminación y a una aportación considerable del Congreso para su reconstrucción económica.

¿Y la representación en el Congreso?

Pero si proponemos este vínculo con las luchas en Estados Unidos ¿por qué rechazamos la estadidad? ¿Por qué defendemos la independencia? Porque la situación económica, cultural, geográfica, ecológica y, por tanto, las necesidades de Puerto Rico son suficientemente distintas, específicas y particulares para justificar que sus habitantes se organicen como una república independiente. Se dice que como estado tendremos representación en el Congreso de Estados Unidos. Es cierto, pero dentro del sistema político vigente en Estados Unidos siempre estaríamos tratando de que la legislación y las políticas federales tomen en cuenta nuestra situación y necesidades particulares, a veces con éxito, a veces sin éxito, siempre con gran esfuerzo. Es más razonable, más sencillo y práctico que podamos adoptar la legislación y políticas que más nos convengan y que coordinemos del modo más estrecho posible con Estados Unidos todo lo que sea de mutuo beneficio.

Por supuesto, lograr que Estados Unidos adopte hacia nosotros una política justa y solidaria será algo que tenemos que luchar y lograr en alianza con las fuerzas y movimientos que en Estados Unidos promueven una sociedad más justa y solidaria.

Una perspectiva internacionalista

En este aspecto nuestra posición es distinta a la de algunos sectores o portavoces independentistas. Algunos defienden rechazan la estadidad y defienden la independencia planteando que Puerto Rico no debe ser estado pues “Estados Unidos es un país racista” y allí los puertorriqueños siempre serán “ciudadanos de segunda clase” (o planteamientos similares). Este argumento parte de la idea de que Estados Unidos es una realidad estática y además implica que los millones de puertorriqueños que allí residen (y otros sectores explotados y discriminados) están condenados a la opresión perpetua. Pero esto es falso. Estados Unidos está tan marcado por conflictos y luchas internas como cualquier otra sociedad. Alberga, por tanto, el potencial de un cambio social radical tanto como cualquier otro país.

Nuestra lucha por la independencia no se basa en la idea de que Estados Unidos sea fatalmente una sociedad racista. Al contrario, se basa en la convicción de que las luchas progresistas en ese país pueden transformar y han de transformar esa realidad. Vemos nuestra lucha por la independencia como hermana de esas luchas. No contamos con su derrota; contamos con su victoria para construir nuestra independencia en estrecha colaboración con esas fuerzas progresistas y democráticas. Votaremos y te invitamos a votar NO desde esa perspectiva internacionalista.

Más allá del plebiscito

Por supuesto, la lucha por el Puerto Rico que necesitamos no empieza ni termina con el plebiscito. Esa lucha tenemos que construirla día a día en la organización de los trabajadores y trabajadoras, de las mujeres, los estudiantes, la comunidad LGBTTQI, en defensa de sus derechos y en defensa del ambiente, contra la Junta de Control Fiscal y por la anulación de la deuda.

Puerto Rico no necesita subordinación a las reglas ciegas de la competencia capitalista, sino planificación democrática; no la reducción sino la ampliación del sector público; una economía que ponga la vida y el ambiente por encima de las ganancias de unos pocos.

Algunos dirán que esto es una perspectiva pesimista, pues el cambio radical no parece estar cerca. Pero el cambio se construye paso a paso. La necesidad de ese cambio se aprende y la capacidad de realizarlo se adquiere a través de muchas luchas. La lucha contra el capitalismo empieza por la resistencia a sus consecuencias inmediatas. En todo caso, esta es una perspectiva realista, la única perspectiva realista. Nada más irrealista e ilusorio que pensar que el capitalismo y el colonialismo van a resolver ahora los problemas que no han resuelto en un siglo.

La independencia tampoco es una varita mágica. Tan sólo nos ofrece la oportunidad de construir nuestro futuro con nuestro esfuerzo. Pero eso ya es mucho. Es la base de una vida plena y digna. Y para eso, con mente clara y disposición de lucha, con la mano extendida a nuestros aliados en Estados Unidos, debemos votar NO en el plebiscito del 3 de noviembre.

“¡Es hora de construir la transición al ecosocialismo!” Declaración de la IV Internacional

¡Es hora de construir la transición al ecosocialismo!

Declaración de la IV Internacional
Jueves 16 de abril de 2020

1 ► Estamos ante una crisis llena de peligros, una crisis de la civilización capitalista, la más grave desde las guerras mundiales del siglo XX. Combatimos la pandemia del coronavirus, que afecta a todos los pueblos. Contra ella no hay por ahora ninguna vacuna o tratamiento antiviral probado y seguro; de momento sólo podemos recurrir al distanciamiento físico para mitigar su impacto, rompiendo la cadena de contagio del virus. Nuestra única protección, cuando nos vemos obligados a aislarnos, son los sistemas de salud pública, las garantías de ingresos y derechos, y la solidaridad. Mientras que muchos empresarios sólo buscan mantener sus beneficios, en medio de una recesión que se está convirtiendo en una depresión, los gobernantes de cada país intentan defender sus intereses a expensas de sus vecinos. Pero no hay salida a la larga pandemia que tenemos por delante con desigualdad, xenofobia y racismo, en la lucha de todos contra todos, en la búsqueda de chivos expiatorios; sólo superaremos esta crisis afirmando los intereses, los derechos y la solidaridad de la sociedad humana en su conjunto. Es la hora del internacionalismo, de la justicia social, racial, de género y ambiental, de la defensa del destino común de la humanidad.

2 ►COVID-19 es una pandemia del neoliberalismo, producto de la fase neoliberal globalizada del capitalismo. El capitalismo, impulsado por la globalización neoliberal, ha extendido su manto por todo el planeta. Las cadenas de producción global, construídas para que las corporaciones aumenten sus beneficios, hacen que cada país sea vulnerable a la más mínima crisis, y la hipermovilidad que las sostiene ha eliminado cualquier mecanismo de seguridad sanitaria y ecológica. Una relación depredadora con la naturaleza, basada en el uso de combustibles fósiles y la gran agricultura capitalista, con sus desiertos verdes, destruye tanto el equilibrio de los ciclos fundamentales del sistema terrestre (carbono, agua, nitrógeno) como la relación de los seres humanos con la biosfera, con la red de vida de la que sólo somos una parte. Se trata de un modelo insostenible, que aspira a un crecimiento infinito en un planeta finito, que va más allá de todos los límites de la Tierra, creando una alienación ecológica y una demanda de consumo incompatibles con el uso racional de los bienes comunes.

3 ► Si los llamados desastres «naturales» son consecuencia de la crisis climática, el SARS-CoV-2 y sus posibles mutaciones son también resultado de los ataques a la biosfera de la Tierra. La deforestación, la degradación ambiental y la caza comercial/»recreativa» de animales salvajes crea continuamente condiciones para nuevas enfermedades contra las que no hay resistencia inmunológica en los seres humanos. El aumento acelerado del consumo de carne está inextricablemente vinculado a los brotes de virus más recientes, ya que la industria cárnica implica el confinamiento de un gran número de animales genéticamente similares. También es el principal impulsor de la deforestación y la pérdida de variabilidad genética en muchas partes del mundo: la agricultura ocupa ya la mitad de la tierra habitable, y el 77% de la superficie agrícola se dedica a tierras de pastoreo o tierras de cultivo para producir alimentos para animales. Una profunda transformación de nuestro sistema de producción alimentaria y en la dieta es necesaria para superar esta fábrica de pandemias.

4 ►Toda la humanidad está atacada por el virus, pero las clases explotadas y los sectores oprimidos son los más afectados. Las familias que viven en viviendas precarias, los barrios con malas condiciones sanitarias, los trabajadores precarios, los que tienen salarios de hambre. Los trabajadores de la salud (médicos, enfermeras), los camioneros y transportistas que no pueden detener el suministro, y todos aquellos que deben mover los engranajes del mundo para que todos vivan, sufren. En otras palabras, la pandemia afecta a todos, pero no de la misma manera, dependiendo de su clase social. Pero también hay un impacto generacional; mata a los ancianos de todas las clases. En este segmento de la sociedad, los ancianos pobres son los que más mueren. Y la crisis está golpeando duramente a las mujeres, que son las responsables de la mayor parte del trabajo de reproducción social y que, confinadas en sus casas, tienen una carga de trabajo aún mayor y están sufriendo otra epidemia, la de la violencia doméstica.

5 ► Aún más grave es la situación en los países del sur global. En condiciones y circunstancias diferentes, los países de América Latina, África y Oriente Medio, Asia oriental y el subcontinente indio se han visto afectados por la pandemia. Todavía en una fase temprana en estos países, todo apunta a que la combinación de la pandemia con las malas condiciones sanitarias, la ausencia de saneamiento básico, las ciudades y barrios extremadamente densos y los gobiernos locales y las clases dirigentes que no están dispuestos a tomar medidas de seguridad social deben causar una verdadera catástrofe humanitaria con proporciones aún por venir. La forma en que la epidemia se está expandiendo en algunos países de África como Argelia, Egipto y Sudáfrica, en Perú, Ecuador, India y especialmente en las favelas de las grandes ciudades brasileñas demuestra el peligro mucho mayor que corren los no blancos, que están subordinados de múltiples maneras a la lógica de la dominación capitalista que pone en situación de pobreza a miles de millones de personas. Es necesario ahora concentrar nuestra energía en llamar a la solidaridad económica, social y humanitaria con los países del sur global para tratar evitar la propagación en los epicentros del genocidio racista sobre los indígenas, los campesinos, los trabajadores pobres, los negros, los dalits, todos aquellos que siguen siendo racializados y excluidos étnicamente bajo las formas neocoloniales modernas.

6 ► Hay que prestar mucha atención a las medidas autoritarias adoptadas especialmente por los gobiernos de extrema derecha en la periferia del capitalismo y el sur global. Las medidas de represión y autoritarismo patrocinadas por los gobiernos de la India, Filipinas y Ecuador son ejemplos de cómo la pandemia de COVID se está utilizando para profundizar las medidas autoritarias y cerrar aún más los regímenes políticos. Duterte ha declarado que disparará a los que no cumplan con la cuarentena, en Ecuador las casas de los trabajadores pobres han sido invadidas por la policía.

7 ► El virus pone de manifiesto las contradicciones y los males de todo el sistema capitalista y muestra que la única manera de resolverlos es con un sistema que establezca otra relación entre las personas, y con la naturaleza. Todo está en cuestión, también el sistema…

→ En su fase neoliberal, el capitalismo abandonó los servicios que el Estado debía prestar para garantizar la fuerza productiva de los trabajadores, los derechos sociales que tanto costó conquistar a lo largo del siglo XX. El neoliberalismo privatizó estos servicios, volviendo al Estado incapaz de satisfacer las necesidades humanas de la población. Es imposible responder a esta crisis sin atacar todo el sistema y su comportamiento.
→ Los sistemas de salud privatizados del neoliberalismo sirven esencialmente a aquellos que pueden pagar sus servicios y no pueden satisfacer las necesidades humanas vitales. Es necesario socializar el sistema de salud.
→ El neoliberalismo desorganizó las relaciones laborales y las hizo más precarias. Por ello, los mecanismos para garantizar los ingresos de los asalariados, así como de los trabajadores autónomos, los que trabajan por cuenta propia, junto con el desarrollo de mecanismos de redistribución de los ingresos, son exigencias centrales hoy en día.
→ Al poner de manifiesto el carácter destructivo de la globalización y la vulnerabilidad de las sociedades rehenes de las empresas y sus cadenas productivas mundiales, la crisis vuelve a abrir la posibilidad de poner en tela de juicio la organización general de la actual división internacional del trabajo, que es social y ecológicamente insostenible.
→ El neoliberalismo ha profundizado el comportamiento individualista a través del consumismo. Pero la sociedad está reaprendiendo, con la crisis, que la solidaridad social es necesaria para su supervivencia.
→ Las ideologías anticientíficas, el oscurantismo y el fundamentalismo religioso han resurgido para justificar y sostener esta dominación, primero con los ideólogos de Ronald Reagan y Bush y ahora  con Trump, Bolsonaro, Duterte, Modi… Pero su negacionismo ha chocado cada vez más claramente con el consenso científicos, perdiendo así impulso. Los gobiernos se han visto obligados, con diferentes escalas de tiempo y métodos, a tomar medidas para mitigar la crisis, a veces combinadas con acciones autoritarias. Sin embargo, algunos dirigentes, como los presidentes del Brasil, Bolsonaro, de Turkmenistán, Berdimuhamedov, y de Belarús, Lukashenko, se resisten, aferrados al oscurantismo y al negacionismo.
→ La crisis lo pone todo en tela de juicio. Las medidas de emergencia (a menudo insuficientes) que los gobiernos están adoptando para contener la pandemia tienen que desafiar objetivamente el formato actual de la sociedad capitalista; para salvar vidas debemos atacar a toda la estructura capitalista. Podremos salvar a la humanidad y al planeta si asumimos esto decididamente.

8► Los trabajadores y la gente ya se enfrentaban enérgicamente a este sistema antes de la aparición de la pandemia. En Chile, Líbano, Estados Unidos, India, Hong Kong y muchos otros lugares, las masas se elevaron a lo largo del año 2019. Los movimientos de mujeres, jóvenes y por el medio ambiente han ido reconstruyendo un fuerte internacionalismo militante, que es, de hecho, el impulso más fuerte al internacionalismo desde los años sesenta y setenta. Se enfrentan a gobiernos cada vez más autoritarios y totalitarios, producto de la crisis de los regímenes burgueses tradicionales y de la necesidad de establecer un capitalismo cada vez más destructivo, depredador de la vida y de la naturaleza. Son esos regímenes los que tratan de llevar a las masas a confiar no en su fuerza y solidaridad, sino en los mesías salvadores que proclaman la anticiencia. En este mismo momento, son los que quieren aprovechar la pandemia para fortalecer el totalitarismo. La acción en la calle está ahora congelada, pero la lucha no es sólo en las calles. Nuevas formas de protesta, el uso de nuevos métodos para ganar la opinión pública están creciendo, en el contexto de un sentimiento de solidaridad.

9 ► En esta situación, la gran mayoría de los gobiernos se han visto obligados a tomar medidas extremas. Debemos defender medidas que ataquen la forma y la sustancia del neoliberalismo y del sistema capitalista:

→ medidas sanitarias para hacer frente a la pandemia y defender nuestra salud;
→ trabajo garantizado a pesar del aislamiento físico: Asunción al 100% de la responsabilidad por parte de las empresas y/o el Estado de los salarios de los trabajadores que han suspendido su actividad, incluidos los trabajadores precarios, los trabajadores temporales, los empleados domésticos, los trabajadores autónomos y los temporeros, sin ninguna obligación de tomar días de descanso o de recuperar posteriormente las horas no trabajadas;
→ para los trabajadores del sector no estructurado, para los desempleados no remunerados, para los estudiantes, para todos los que lo necesiten, el Estado debe proporcionar un ingreso mínimo garantizado que debe ser suficiente para vivir decentemente.
→ prohibición de todos los despidos y la reincorporación de los empleados despedidos desde el comienzo de la pandemia,
→ rechazo de toda medida autoritaria y excepcional de suspensión de los derechos sociales, incluido el derecho de huelga;
→ derecho a la información y la comunicación;
→ prestación de una atención social adecuada a los discapacitados, los ancianos y todos los que están socialmente aislados por el encierro,
→ establecimiento, en particular en los países en que se ha decidido el confinamiento, de medidas inmediatas de protección de emergencia para las mujeres y los niños que son víctimas de la violencia, con decisiones rápidas para retirar a los cónyuges violentos o proporcionar un alojamiento alternativo a las víctimas,
→ ayuda a la vulnerabilidad
→ trato igualitario para toda la población
→ conversión inmediata de las industrias adecuadas (coches, aviones, armas, …) a producción que ayude a la sociedad a manejar la crisis sanitaria: ventiladores, monitorización, camas de cuidados intensivas, equipos de protección;
→ distribución gratuita de medicamentos, suministros de prevención y fijación de precios
→ mejores condiciones de trabajo en áreas esenciales
→ socialización de los servicios de salud y su reconstrucción, bajo el control del interés público, allá donde han sido desmantelados por el neoliberalismo;
→ nacionalización de la industria farmacéutica;
→ defensa de la economía popular y de la vivienda;
→ suspensión inmediata del pago de la deuda pública con auditoría de la deuda pública con participación ciudadana, en la perspectiva del repudio/abolición de la parte ilegítima;
→ congelación de las deudas bancarias de las familias, de los microcréditos y de los alquileres, y asegurar el agua, la electricidad, el gas e Internet para todos;
→ poner el sistema bancario bajo el control del interés público mediante la expropiación de los bancos sin compensación a los grandes accionistas y socialización del sistema bancario bajo control ciudadano
→ gravar las grandes fortunas.

10 ► No podemos esperar con los brazos cruzados a que los gobiernos actúen, debemos actuar colectivamente para desarrollar iniciativas autogestionadas de los trabajadores, de los territorios en resistencia, en el campo y en las ciudades. Hay ejemplos de estas iniciativas de la población o de sectores organizados, como los campesinos, los indígenas, los desempleados, las personas y comunidades de la periferia de las grandes ciudades, las redes de solidaridad feminista, entre otros. Estas iniciativas están forjando alternativas muy interesantes, como la fabricación colectiva de máscaras de tela para donar a la población con el fin de asegurar la prevención de contagios, la donación y producción alternativa de alimentos, la defensa del sistema de salud pública y la demanda de acceso universal al mismo, la exigencia de garantizar los derechos laborales y el pago de salarios, la denuncia del aumento de la escalada de violencia contra las mujeres y el agotador trabajo de cuidado que éstas realizan durante el aislamiento en el hogar, entre otros. Ahora más que nunca debemos generalizar estas iniciativas y entender estas alternativas cotidianas de auto-organización autónoma como parte del eco-socialismo y el buen vivir que proponemos como alternativas concretas al capitalismo que destruyó la vida y el planeta, un sistema genocida y ecocida.

11 ► Respetando el necesario aislamiento físico, y las medidas de emergencia que crean las condiciones para cumplirlo, los trabajadores y la masa de la población tienen los medios para actuar y luchar. En Brasil, los «cacerolazos» y la petición con más de un millón de firmas por la dimisión de Bolsonaro, presidente de Brasil, son ejemplos de cómo el sentimiento de solidaridad se transforma en una conciencia solidaria, que conduce a la lucha por las medidas necesarias que debe adoptar el pueblo. Si la comida no es suficiente, nos organizamos por barrios a través del teléfono e Internet, con cultivos en huertas comunitarias, consumo consciente de alimentos producidos por cooperativas campesinas. Además, los restaurantes populares pueden convertirse en centros de distribución de alimentos cocinados o crudos. Si las políticas de garantía de ingresos no son suficientes, es posible exigir bonificaciones a los municipios. La creatividad popular debe ser fomentada en todas sus formas.

12 ► A pesar de su gravedad, la pandemia de Covid-19 está lejos de ser una «tormenta perfecta». Nuestro sistema alimentario y nuestra relación depredadora con la naturaleza pueden generar eventualmente brotes de virus que podrían ser más contagiosos y/o letales que el SARS-CoV-2. Además, pueden producirse brotes violentos al mismo tiempo que eventos extremos impulsados por el caos climático. La eventual ocurrencia de graves inundaciones o de huracanes/tifones intensos que impongan la evacuación repentina de miles o incluso millones de personas puede perturbar totalmente las medidas de distanciamiento social/cuarentena necesarias para luchar contra una pandemia grave. La conjunción de las crisis sanitarias y climáticas puede producir desastres humanitarios sin precedentes. Al mismo tiempo, las pandemias y la emergencia climática/ecológica tienen similitudes: actuar pronto es crucial, el crecimiento exponencial (tanto del contagio como de las emisiones) debe ser contenido duramente y sólo las soluciones justas, equitativas y anticapitalistas sirven como alternativa para salvar el mayor número de vidas.

13 ►Hay cambios geopolíticos gigantescos en curso, que reconfigurarán la faz del mundo. Pero ahora se impone una exigencia: la de una tregua en las guerras de todo el mundo. Es hora de fortalecer la solidaridad de los pueblos!

14 ► Se ha observado que la crisis resultante del Covid-19 ha tenido un impacto positivo en el medio ambiente. Ha habido una reducción de la concentración de contaminantes atmosféricos de corta duración como los aerosoles y los óxidos nitrosos, sobre todo en las zonas metropolitanas, lo que se traduce en una mejor calidad del aire, visibilidad, etc. Pero en términos de contaminantes de larga duración como el CO2, la crisis del SARS-CoV-2 sólo rasca la superficie. Más de la mitad de la aviación internacional está ahora en tierra y se estima que la disminución del uso de energía, incluida la electricidad y el transporte, reduce las emisiones mundiales en alrededor del 5%, la mayor caída anual jamás registrada de las emisiones mundiales de CO2. Sin embargo, esto sigue estando por debajo de la tasa de reducción anual necesaria para mantener el sistema climático en una trayectoria en la que el calentamiento global se limita a 1,5°C por encima de la temperatura media mundial de la superficie preindustrial (para reducir a la mitad las emisiones para 2030, sería necesario reducir las emisiones anuales en un 6-7%). Pero las expectativas de las corporaciones capitalistas son de retomar la situación anterior y el crecimiento económico tan pronto como sea posible… Además, en algunos países, como Brasil, donde la principal fuente de CO2 es el cambio de uso de la tierra, hay pruebas de que la desarticulación de la vigilancia ambiental durante la crisis del SARS-CoV-2 está llevando a un aumento de la deforestación y las emisiones. Sólo un esfuerzo consistente y organizado para reducir la demanda de energía, proteger los bosques y las tierras indígenas y reducir las emisiones puede ser una respuesta apropiada a la emergencia climática. Las ilusiones sobre los posibles «efectos ambientales positivos» de la crisis del SRAS-Cov-2 son, en el mejor de los casos, ingenuas; en el peor, pueden abrir la puerta a discursos misantrópicos, eugenésicos y ecofascistas. Necesitamos una profunda reorganización de la sociedad humana.

15 ► Si en los inicios del neoliberalismo hubo movimientos y sectores sociales que se unieron para decir «otro mundo es posible», hoy debemos unirnos para decir «otro mundo es necesario y urgente».

Necesitamos una acción internacionalista común que marque el camino hacia un mundo donde la vida valga más que el lucro, donde la naturaleza deje de ser una mercancía. La crisis actual muestra claramente que una parte importante de la producción capitalista es puramente depredadora, totalmente superflua y derrochadora. La crisis muestra también que una reducción significativa de las horas de trabajo puede bastar para producir bienes esenciales y que la garantía de salarios e ingresos y el acceso universal a los sistemas de salud y educación son totalmente viables en un régimen de transición, en el que los sistemas energéticos y productivos son totalmente reemplazados, y enormes contingentes de trabajadores son trasladados a diferentes sectores económicos compatibles con una transición ecosocialista; y que un reajuste industrial masivo puede hacerse en un plazo relativamente corto dependiendo de la voluntad política. No hay futuro sin una transición hacia el ecosocialismo. Unámonos para construirlo y conquistarlo.